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La vida en dulce.

¡Hola a todos!. La idea de crear este Blog ha sido con la finalidad de poder contar y compartir mi historia y ser partícipe de las vuestras. Todos tenemos una historia que contar.

En realidad lo creé pensando en contar únicamente mi historia pero se que no soy la única que tiene cosas que decir jeje…Empezaré desde el principio.

Me llamo Vanessa. Debuté con diabetes en el año 2000, cuando justamente cumplía los 20 (menudo regalazo, lo sé). Inexplicablemente comencé a bajar de peso de forma muy rápida y sin un motivo aparente. Me quedé pesando 38 kilos de golpe y porrazo, como se suele decir. Y yo pensando en el cuerpito que iba a poder lucir en veranito…en fin, típicas tonterías que piensas a determinadas edades…

A esa misteriosa delgadez se le sumó una sed extrema, jamás me había tomado tantas latas de coca cola ni tantas botellas de agua. Tenía que pararme de bar en bar (literal) para poder orinar todo el líquido que me bebía. Recuerdo que mis amigas me decían que era imposible hacer pis tantas veces jeje. Por último, el pelo comezaba a caerse más de lo normal y fue ahí realmente cuando comencé a preocuparme. Mis padres estaban muy preocupados por mí. Pensaban que había dejado de comer por algún tipo de complejo… pero nada más lejos de la realidad. Así que, junto con mis padres, nos fuimos directos al médico.

Tras una serie de pruebas, los especialistas llegaron a la conclusión de que mi diagnóstico era Diabetes Mellitus tipo 1. Así, sin anestesia…

Me agaché a recoger mi alma y mi vida en el suelo de la consulta y junto con el volante de «ingreso urgente» nos dirigimos al hospital. Os juro que no ppodía dar crédito a lo que acababa de suceder…Diabética yo????? por qué, que he echo???? Con el pánico que le tenía a las agujas…

Voy a dar un salto hasta la actualidad, porque lo que me gustaría compartir con los demás fue mi proceso…mis vivencias, mis expectativas, mis miedos…tantas cosas…Este Blog no es solo para las personas con Diabetes, es para ellos y para todos aquellos que quieran contar o compartir conmigo una historia (no tiene que ser ni mala, ni triste, ni perfecta, ni buena…etc), simplemente tiene que ser la historia que tú quieras contar.

Quizás haya alguien que ahora mismo esté pasando por algo parecido o algún padre/madre/familiar que no sepa bien gestionarlo…Mi idea es que tambíen podáis participar y decir lo que sentíis…porque no solo sufre la persona que tenga algún problema o patología…los que conviven con nosotros también lo sufren y tambíen merecen ser escuchados.

Me gustaría despedir este post diciendo una frase que en algún momento escuché decir a mi padre y que es muy cierta…»DE TODO SE SALE». Simplemente hay que tener ganas y estar dispuestos a superar cualquier adversidad que nos presente la vida.

Un saludo a todos, nos leemos pronto!!!!!.

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Algún día…

¡Hola a todos! ¿Que tal estáis?. Aquí os traigo una segunda parte de «La vida en dulce». En el anterior Post contaba como de buenas a primeras me comunican que soy diabética y mi posterior ingreso en el hospital…Wooouuu, aquello si que fue toda una experiencia…Para empezar no habían camas disponibles en planta, así que, tuve que quedarme un día ingresada en las urgencias del hospital a la espera de una cama. Como ya podréis imaginar allí había toda clase de desgracias…pasillos inmundos llenos de camillas con sus respectivos enfermos, enfermeras/os de un lado para otro, el olor característico de la comida hospitalaria, (y otras clases de olores mucho menos agradables), que aquello no era un Resort, vaya jeje…

Al día siguiente me pudieron subir a planta, la sexta planta concretamente. Aquello era otro cantar…reinaba la paz, no había bullicio, ni gente corriendo pero el olor a la comida seguía siendo el mismo (un horror). Una vez instalada no tardé mucho tiempo en darme cuenta de que un «ala» de la planta éramos pacientes con patologías endocrinas, y la otra mitad eran pacientes oncológicos y alguna que otra patología más. Por aquellos tiempos, habían salas habilitadas para las personas fumadoras, así que, me metí el mechero y la caja de Marlboro en el bolsillo de la bata y para la sala que me fui. Estaba llena. Recuerdo pensar en llamar a mis padres a casa y hablar con ellos (ya que era de noche y las visitas familiares habían acabado), mientras esperaba que se desocupara algún asiento de la «salita fumadora». Y así lo hice. Cuando entré en la sala había un hueco libre y me senté, encendí mi cigarro y lloré…

Extrañaba a mis padres, mi casa, mis cosas, mi vida…quería salir corriendo de allí, lo prometo. Fue entonces cuando me dijo : -¡No llores que vas a preocupar a tus padres, tranquila que vas a estar bien!.

Tendría alrededor de unos cuarenta y poco, mediana estatura, moreno y de tez pálida. Se llamaba Jose Manuel. Fue el inicio de una amistad corta pero intensa…Jose Manuel era marinero, con lo cual también se sentiría cual pájaro enjaulado estando acostumbrado a navegar por el mar sintiéndose totalmente libre. A medida que transcurrían los días de mi ingreso me iba sintiendo más «cómoda» en el hospital. Seguía extrañando a mis padres y soltando lágrimas pero me reconfortaba saber que con él podía hablar y desahogarme.

Una noche, decidimos dar una «vueltita» por el hospital. Quería enseñarme donde iba todos los días…A recibir su quimioterapia. Han pasado casi veinte años desde ese día pero aún recuerdo que no estaba triste, todo lo contrario, a pesar de su enfermedad mantenía la compostura y el semblante. De regreso a la planta, me acompañó hasta mi habitación y el se fue a la suya…nos despedimos como cualquier otra noche. Al día siguiente, de camino a mis clases de educación diabetológica, pasé por delante de su habitación para saludarlo, no estaba, así que, supuse que ya habría bajado a recibir su quimioterapia. Jose Manuel se había ido…no a su «quimio», ni a dar un paseo, ni a la «salita»… Jose Manuel se había ido para descansar en paz. No pude despedirme y fue algo que mentalmente me martirizó durante mucho tiempo, de hecho, hoy día cuando pienso en ello lo recuerdo como un episodio traumático.

¿Que por qué comparto esta historia tan triste?. Pues porque mucho tiempo después me di cuenta de que aún siendo su situación peor que la mía y su enfermedad más grave, siempre tuvo una sonrisa en la boca y buenas palabras de ánimo hacia mí. Hoy día, sigo sin saber si era consciente del tiempo que le quedaba y que lo haya empleado en hacer que mi «estancia» fuese lo más agradable posible me hace seguir creyendo que el ser humano es extraordinario. Que todavía existe gente con corazones reales y con mucho amor que dar.

Jamás podré olvidarte porque siempre te he llevado en mi pensamiento y en mi corazón. No puedo evitar llorar cada vez que te recuerdo o hablo de ti, pero sé que donde quiera que estés no sólo eres feliz sino que sé que eres libre…no te imagino en el cielo, te imagino en una barca en el mar…

Gracias por cuidarme y transmitirles esa tranquilidad a mis padres de que estando a tu lado, estaría en buenas manos. Gracias por tu apoyo y tus palabras, por tus risas, y por los paseos. Gracias por ese tiempo que compartimos. Algún día nos volveremos a ver, lo sé.

Hasta ese «algún día», Jose Manuel.

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